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Sobre los medios sociales y la ingenuidad

Por Henys Peña

Abundan los anglicismos en este tema, quizás porque logran abstracciones y simplificaciones que resultarían cuando menos en palabras compuestas y más largas en nuestro rico y espeso castellano. Pero preferimos usar “medios sociales” en lugar de “social media”, delimitando que el uso dado aquí, se refiere a una amplia variedad de herramientas electrónicas, digitales asociadas a la internet, usadas masivamente con diversidad de propósitos, desde el cándido entretenimiento, pasando por el pragmático mercadeo y llegando al moderno e híper eficiente espionaje.


Definiremos entonces los “medios sociales” en principio como “plataformas de comunicación en línea”, es decir mediante conexión a internet, conexión que, sin ser universal, alcanza ya entre el 43 y 48% de la población mundial y se expande aceleradamente. Estos “medios sociales” adicionan a la conexión el que la mayor parte de su “contenido es creado por los propios usuarios mediante el uso de las tecnologías de la Web 2.0” esto implica la edición, publicación e intercambio de textos, imágenes, audios y videos, es decir información de toda índole y naturaleza mediante el uso de una o más aplicaciones conectadas a internet.

Los “medios sociales” basan su éxito en la capacidad de influir, partiendo de la interacción entre quienes son concebidos como “pares” contando con una audiencia que es cada vez más numerosa. El conjunto de “aplicaciones” usadas, son perfeccionadas segundo a segundo, para amplificar, profundizar y hacer más eficiente esa capacidad de “influir”, haciendo uso de la medición precisa y exacta de cada “click” que hace cada usuario, de cada palabra que ingresa, y cada segundo que permanece conectado a un lugar o contenido, haciendo “predictiva” o predecible la conducta y preferencias del usuario, logrando así la primera fórmula para “rentabilizar” la información tan cándidamente suministrada, que es saber lo que prefiere el usuario, lo que desea el usuario, para poder pasar a producirlo si es producible, venderlo si es vendible, alquilarlo si es alquilable o generar un sustituto que sea rentable, mediante la mercadotecnia de medios sociales y el CRM (Customer Relationship Management, algo así como Administración basada en la Relación con los Clientes).

Tras cada “social media” hay un ejército de personas pagadas, responsables de la “comunidad”, que se encargan de crear el denominado “contenido de valor” (lo que diferencia el contenido común, de un usuario, y el de valor es que no es producto de la casualidad o el azar, en su elaboración hay análisis, planificación, estrategia y sobre todo un objetivo claro, maximizar la “rentabilidad”). El “contenido de valor” está orientado a lograr que impacte en el público deseado (que ha sido previamente sectorizado y catalogado conforme a deseos e intereses), generando interacción, motivando al usuario a participar, esto se puede determinar a partir de la medición precisa, micrométrica, de la presencia en la red de la marca (ideas, candidatos, etc.).

Los “medios sociales” han transformado profundamente la comunicación entre las personas, esfumando abismos insalvables hace pocas décadas, por ejemplo, mediante el dialogo simultaneo entre personas en distintos lugares del planeta, vía texto o video conferencias. Pero sobre todo han resignificado la “mercadotecnia”, sus principios, lógicas, herramientas e instrumentos.

Ahora bien, entre los “medios sociales” más usados resaltan; blogs, microblogs, redes profesionales, redes de empresas, foros, redes de ventas por anuncios, crítica de productos o servicios, marcadores sociales, juegos sociales, redes sociales generales, mundos virtuales, medios sociales móviles, servicios para compartir contenidos multimedia (audio, video, imágenes, libros, textos), enciclopedias.

Si bien los “medios sociales” son en esencia medios de comunicación, guardan diferencias importantes con la llamada “mass media” o “medios de comunicación masivos”, tales como periódicos, canales de televisión y emisoras de radio, si bien los “medios sociales” usan herramientas, algunas relativamente económicas o de bajo costo, que permiten a cualquier persona, con un mínimo de destrezas, publicar y tener acceso al contenido, los medios de comunicación en general, requieren fuertes inversiones de capital así como la adquisición de activos como máquinas para la impresión o equipos de transmisión y sistemas de antenas así como la tramitación de concesión o licencia para la explotación del espectro radioeléctrico. Los costos, inversión y tecnologías son solo la primera de varias importantes diferencias, no obstante, comparten ambos como elemento común la masividad.

Una diferencia que va desapareciendo progresivamente está relacionada con la responsabilidad legal, mientras los medios tradicionales tienen normas bastante claras y están obligados a rendir cuentas, de acuerdo a las leyes por sus contenidos y las consecuencias de sus actividades, con una tendencia mundial a dar garantías para evitar la censura previa. Al mismo tiempo la responsabilidad legal origina consecuencias posteriores por delitos tales como difamación, injuria, violación del derecho a la privacidad, o someter al escarnio público, promover el odio, la discriminación, el irrespeto a las confesiones religiosas o la promoción de la violencia. Es el caso que este tipo de regulaciones van progresivamente incorporándose al mundo “virtual” de los “medios sociales”, en el que la “ingenua” creencia en la posibilidad del anonimato, ha hecho pagar caro ya a numerosos “usuarios” por insultos, amenazas y diversos “delitos virtuales”.

Al mismo tiempo el fenómeno de la denominada inteligencia colectiva, con su acelerado crecimiento, aunado al activismo de los usuarios de Internet, cada vez más politizado, no solo se está transformando en el mecanismo por excelencia de regulación de la naturaleza y calidad de los contenidos, sino también en un instrumento de reorientación de la “rentabilidad” en función del beneficio colectivo y no de particulares, allí la comunidad del software libre, el copyleft y el contenido libre, del que Wikipedia es un ejemplo extraordinario apuntan a que el mundo “virtual” de las “redes sociales” no es ajeno a las tensiones, conflictos y contradicciones de la sociedad humana, de la que al fin y al cabo nos es más que un subproducto.

Es evidente entonces que la educación, ese hermoso enamoramiento dialectico del proceso enseñanza – aprendizaje, en especial la educación para la libertad, para la plena realización del ser humano, tiene un reto en los “medios sociales”, en el que hay que tener presente por ejemplo que Facebook creado en 2004, originalmente no era más que un sitio en internet para estudiantes de la Universidad de Harvard y que Wikipedia, fundada en 2001, es a la fecha la enciclopedia más grande del mundo. Por lo que quienes tenemos un mínimo de compromiso con la educación, y hemos tomado partido por la construcción del socialismo, no podemos ser indiferentes a la evolución de estos “medios sociales”.

En conclusión, podemos afirmar que el signo distintivo de los “medios sociales”, es su acelerado cambio y transformación, inventándose y reinventándose a una velocidad vertiginosa, por lo que con seguridad guardan aun grandes sorpresas, aunque con pasmosa frecuencia parecieran no servir para otra cosa que para dilapidar el más valioso de los bienes del individuo y la humanidad de modo colectivo "el tiempo", la mercancía madre de todas las demás, a cambio de "espejitos", redifundiendo "contenidos de valor" generados por otros, que tienen perfecta claridad de cómo, porqué y para que los crean, al tiempo que la ingenuidad se encarga del resto, el reto es darles “valor transformador”, “valor revolucionario.

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